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¿Por qué no utilizar collares eléctricos?

Los etólogos (veterinarios especialistas en el comportamiento animal) recomiendan no usar collares eléctricos. El GrETCA (Grupo de Etología Clínica de AVEPA) ha publicado un documento en su página web en el que advierte de la existencia de numerosos problemas y riesgos asociados al uso de collares electrónicos y se posiciona en contra de su uso.


1. Problemas relativos a la magnitud apropiada del impulso eléctrico


La elección del nivel adecuado de estimulación, suficiente para conseguir el efecto deseado, sin que sea excesivo, es difícil de determinar y depende de varios factores:

  • Según qué dispositivo sea utilizado, la intensidad de descarga puede variar enormemente, según si se usa de forma instantánea (como se recomienda) o mantenida y de si se utiliza un nivel más bajo o más alto del dispositivo.

  • Variaciones en la resistencia que opone la piel al paso de la corriente eléctrica, en función de la raza, condición corporal o si la piel está seca o húmeda, implican grandes oscilaciones en la cantidad de energía liberada por el collar.

  • La psicología del animal también influye, existe una sensibilidad variable según el individuo, en un estudio, una subpoblación entrenada con descargas, mostraba importantes elevaciones en los indicadores de estrés.

  • La elección del nivel adecuado de la descarga, se realiza de forma empírica con cada perro, en función de sus reacciones conductuales y posturales. Un tercio de los propietarios que participaron en un estudio, comentaron que su perro aulló la primera vez que probaron el estímulo. El 6% había aplicado el estímulo al nivel más alto del dispositivo.

Es posible, que propietarios frustrados o enfadados con su mascota o en animales que están muy excitados, ignoren los niveles utilizados habitualmente y usen una intensidad más elevada de la necesaria.


2. Problemas con la aplicación del estímulo eléctrico

El estímulo debe ser aplicado en el momento adecuado para que el animal lo asocie con su conducta. De no hacerse así, puede asociarlo con otras conductas no objetivo de la terapia o con otros elementos del ambiente, sean características del entorno, personas presentes, etc. Este riesgo de asociaciones indeseadas, existe en cualquier caso y compromete el bienestar del animal, generándole estrés y ansiedad frente a elementos originariamente neutros como el cuidador o el entorno del entrenamiento. Además, el efecto de estas asociaciones negativas puede permanecer a largo plazo.


3. Problemas relacionados con la seguridad de las personas y de otros animales


Debido a su potencial para desarrollar dolor, los estímulos eléctricos pueden desencadenar agresividad en el animal, lo que se magnifica en casos en los que ya está en medio de un ataque (o mostrando agresividad). Además, con toda probabilidad aumentará la aversión que ya siente el animal hacia el estímulo que desencadena su agresividad, facilitando un empeoramiento del problema.

Así mismo, aplicar descargas para castigar señales de aviso de agresividad (como gruñir, enseñar los dientes, etc), puede llegar a suprimir las mismas, con lo que el animal pasaría a atacar sin previo aviso, aumentando su peligrosidad.


4. Riesgos para la salud del animal


El principal riesgo es la necrosis por presión del collar en la piel del cuello del perro; para que el dispositivo pueda funcionar, los bornes metálicos deben estar en contacto directo con la piel, por lo que el collar se debe ajustar muy apretado alrededor del cuello. Además, existe el riesgo de mal funcionamiento del dispositivo, que podría llevar a lesiones causadas por la electricidad.


5. Problemas causados por su utilización para el entrenamiento en obediencia


Enseñar nuevas conductas mediante el uso de aversivos como las descargas eléctricas mantenidas hasta que el perro inicia la conducta, es menos apropiado que enseñarlas mediante el uso de premios, y es innecesario. Aunque el resultado pueda ser aparentemente el mismo, en el primer caso el perro realiza lo que le ordenan como manera de evitar algo que le desagrada, y en el segundo, realiza voluntariamente la conducta para conseguir cosas que le gustan. El estado emocional, la relación con el propietario y la actitud ante las sesiones de entrenamiento será muy diferente en ambos casos.


6. Problemas relativos a su utilización en problemas de conducta


La mayoría de los propietarios en un estudio, declararon usar los collares eléctricos sobretodo para solucionar problemas de conducta, pero no se recomiendan para el tratamiento de este tipo de problemas porque no tienen en cuenta la causa del problema, ni tratan de corregirla. De esta manera el problema puede empeorar, quedar enmascarado o terminar por expresarse de otra manera. Estos collares están especialmente contraindicados en problemas de conducta relacionados con la ansiedad, el miedo o la frustración, por el peligro que aumenten estas condiciones y empeore el problema. Igualmente, están contraindicados en problemas relacionados con la agresividad, debido al riesgo de que aumente la aversión que el perro ya siente a lo que le origina la agresividad, con los riesgos para la seguridad que esto supone.


7. Problemas de su utilización como sistemas de contención o vallas invisibles


Normalmente los animales que llevan collares eléctricos asociados a vallas invisibles, los llevan animales sin supervisión durante largos períodos de tiempo. El dispositivo no impide la entrada de otras personas o animales, el perro puede escaparse en situaciones de alta excitación (en cuyo caso no podrá regresar sin recibir la descarga) y pueden generarse asociaciones inconvenientes entre, por ejemplo, la descarga y los transeúntes o la salida al jardín.

Suponen un riesgo para la seguridad: el uso de estos sistemas fue relacionado en un estudio con cinco casos de ataques graves a personas.


8. Problemas relativos a su uso por particulares


Las posibilidades de su uso inapropiado por parte de los propietarios sin el conocimiento de los riesgos asociados a estos dispositivos, ni las situaciones en las que están especialmente contraindicados, así como sin la habilidad de aplicar el estímulo eléctrico al nivel adecuado y de la manera correcta, son muy grandes.


9. Problemas relativos a su uso por profesionales


Los defensores de estos dispositivos alegan que su uso es completamente seguro y humanitario, cuando son usados por profesionales competentes. Sin embargo, se observa una elevación en los niveles de los marcadores de estrés de los animales entrenados por profesionales.


10. La mentira sobre su mayor efectividad


Muchas personas piensan que los collares eléctricos son la única opción cuando se trata de un problema serio, que ponga en peligro la vida del animal o la de otros. No hay datos que apoyen esta creencia. Hasta ahora, los estudios en los que se comparan, bien mediante encuestas al propietario, bien mediante trabajo de campo, el efecto de los collares eléctricos frente al de métodos basados en el refuerzo positivo, revelan que estos últimos, no sólo son igual de efectivos, sino que podrían ser más eficaces.


En conclusión, el coste en cuanto a la pérdida de bienestar animal es demasiado elevado como para poder justificar el uso de collares eléctricos, dado que existen alternativas igualmente efectivas e inofensivas para el animal y su propietario. Además de los riesgos que conlleva su utilización bajo los parámetros recomendados por los fabricantes, su mal uso o abuso resulta demasiado probable. Por lo tanto GrETCA siempre recomienda evitar el uso de collares eléctricos y utilizar en su lugar el adiestramiento basado en la recompensa.


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