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El lenguaje emocional de los gatos

Si eres consumidor habitual de las redes sociales habrás visto la cantidad de vídeos que hay de gatos en ellas y la cantidad de emociones y seguidores que éstos generan.




Pero el felino en general, y el gato en particular, ha tenido siempre fama de ser un animal muy independiente, poco sociable e incluso interesado. Incluso se le ha relacionado con la brujería, las supersticiones e infinidad de creencias negativas.


Los gatos conviven con el ser humano desde hace aproximadamente 6.000 años, por lo que en comparación con el perro, que lleva con nosotros entre 27.000 y 40.000 años, es mucho menor.


Y aunque facialmente los gatos son más inexpresivos que los perros, no quiere decir que no tengan emociones. Ellos sienten celos, alegría, tristeza y ansiedad, pero expresan sus emociones de distinta forma. La diferencia es que los perros son más receptivos y fáciles de entrenar. Como mamíferos que son, su cerebro tiene todas las características estructurales y los neurotransmisores necesarios para sentir emociones parecidas a las nuestras. Un grupo de investigadores, entre ellos el húngaro Ádám Miklós, descubrió que, al igual que los perros, los gatos entienden las señales humanas, cómo dónde señalamos o a qué miramos.


La etapa más importante del desarrollo del gato, desde el punto de vista del comportamiento, es el período de socialización, que comprende entre las primeras 2 y 9 semanas de vida. Si durante este período el cachorro es separado prematuramente de su madre y/o no tiene contacto suficiente con otros animales de su especie, así como con personas, puede manifestar problemas de miedo y/o agresividad durante la edad adulta.


Los gatos expresan sus señales afectivas mediante otras conductas, como por ejemplo frotándose contra las piernas e incluso la cabeza. También usan los lamidos e incluso el pestañeo. El tacto es muy importante para ellos a la hora de comunicarse y también lo es la posición de la cola. Cuando un gato esté con la cola en alto es muy probable que a continuación frote o acaricie a su amigo humano.


El etólogo John Bradshaw cree que los malentendidos emocionales que existen entre los gatos y los seres humanos es que esperamos que se comporten como lo haría un perro y no debemos olvidar que son gatos, y no perros. El gato no es un ser completamente domesticado y no a todos les gusta que invadamos su territorio, que los acariciemos durante mucho rato ni que les hablemos con voz dulce y cariñosa. Para algunos sí es placentero, pero para otros puede resultar estresante e incluso desagradable.


Así que el problema no son ellos, sino nosotros, que en muchas ocasiones no entendemos sus necesidades afectivas ni la manera que tienen de transmitirnos sus emociones. El tema es conocer su lenguaje corporal para entender sus emociones.

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